dissabte, 17 de maig del 2008

De la Novela al Teatro

7.-*DE LA NOVELA AL TEATRO. Convierte una de las novelas insertas en una obra de teatro. No debes escribir toda la obra pero si diseñarla y escribir tres o cuatro escenas. (SE PUEDE HACER EN PAREJAS)

Capítulo III

DONDE SE CUENTA LA GRACIOSA MANERA QUE TUVO DON QUIJOTE DE ARMARSE CABALLERO

Escena I:

Después de la cena, Don Quijote llama al ventero para hablar con él.

Don Quijote: No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.(suplicándole)

El ventero le acaba diciendo que le otorgará el don que le pide.

Don Quijote: No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío, y así os digo que el don que os he pedido y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas, y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder como se debe ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras, en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas es inclinado.

El ventero le dice que no hay capilla, pero que esa noche puede ir al patio del castillo (la venta) a velar por las armas.

Escena II:

Don Quijote está en el patio vigilando las armas, cuando llega uno de los arrieros que se están en la venda y se ve obligado a quitar las armas de Don Quijote para dar de beber a su burra.

Don Quijote: ¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada! Mira lo que haces, y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento. Acorredme, señora mía, en esta primera afrenta que a este vuestro avasallado pecho se le ofrece; no me desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo.

Don Quijote ataca y hiere al ventero.

Don Quijote: Oh señora de la fermosura, esfuerzo y vigor del debilitado corazón mío! Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero, que tamaña aventura está atendiendo.

Los compañeros del arriero empiezan a apedrear a Don Quijote.

Don Quijote: Pero de vosotros, soez y baja canalla, no hago caso alguno: tirad, llegad, venid y ofendedme en cuanto pudiéredes, que vosotros veréis el pago que lleváis de vuestra sandez y demasía.

Con estas palabras, los arrieros se espantan y se van. Don Quijote vuelve a velar las armas, pero el ventero va a él porqué ha visto que ha pasado y le da la orden de caballero antes de tiempo, ya que ve que el hidalgo le va a traer problemas.

Don Quijote: Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.

Don quijote se lo agradece y se va de la venta, para volver a su hacienda.